“Quejarse es el pasatiempo de los incapaces”. –Hugo Ojetti
Quejarse es humano. Es normal y parte de nuestro comportamiento. Nos quejamos del aumento de los precios, del mal servicio en algún restaurante, un banco o de los baches en las calles. Es una forma para desahogar nuestras frustraciones. Esas quejas, bien encauzadas pueden ser el inicio de un cambio positivo.
Desafortunadamente, hay quienes se quejan de todo. ¿Nos estamos quejando de nuestro jefe, pareja, de que tenemos mucho trabajo o poco trabajo, nos quejamos de nuestros padres, cuñados, amigos? ¿Cuándo pasamos de la queja sana a quejarnos demasiado?
La primera pista es si estás en una actitud de víctima. Culpas a otros de los problemas y no buscas soluciones. Quizá el servicio en el restaurante fue malísimo, pero la platica con amigos fue increíble. Quedémonos con eso. No debemos permitir que una molestia arruine toda la experiencia. ·Es una elección. Podemos quedarnos atrapado hablando solo del mal servicio y pasárnoslo fatal y hacer que los demás también tengan un mal rato. Si tu queja tiene un fundamento válido, que sucede con frecuencia, entonces es momento de buscar soluciones y ser proactivos. Cuando no nos enfocamos en buscar soluciones y sólo nos concentramos en el problema, nos sentidos atrapados y el futuro no parece positivo. Ojo: No tenemos control de lo que sucede, pero sí de nuestra actitud ante ello. Nuestra perspectiva del asunto, sí está bajo nuestro control.
Otra pista es cuando la gente te evita. La eterna queja es pesada. Cansa y aburre a quien la escucha. Así que si la tus amigos te evitan, es momento de preguntarnos (y ser honestos con la respuesta) de si nos estamos quejando demasiado. Si la respuesta es afirmativa, necesitamos cambiar el rumbo.
Otro indicador de que nos estamos pasando de quejosos, es estar atascados en eventos pasados y no poder avanzar. Todos pasamos por eventos difíciles. Enfrentamos obstáculos y los superamos, pero si nos quedamos atascados en ese suceso y nos quejamos de ello constantemente, será imposible pasar la página y tener una vida satisfactoria. El estar atrapados en nuestros problemas nos hace sentir angustiados y ansiosos.
Las razones por las que nos quejamos no son importantes. Generalmente son válidas. El problema es cuando estas quejas ocupan la mayoría de nuestros pensamientos y no buscamos soluciones ¿Cómo dejar de hacerlo?
Reconocer un problema, es tener la mitad del problema resuelto, así que en el momento en que caes en cuenta de que te quejas demasiado, ya estás en el camino correcto. Puedes empezar por escribir tus problemas y una vez que están sobre papel puedes poner prioridades y buscar soluciones. También es importante tratar de encontrar las lecciones que estos problemas nos ofrecen. ¿Tienes problemas con alguna amistad que consideras abusiva? Es momento a empezar a poner límites. ¿Te sientes atrapado en una mala relación? Es momento de buscar ayuda profesional.
Enfócate en lo que sí funciona. Siempre en cualquier momento podemos agradecer por algo que sucede. El enfocarnos en lo positivo y practicar la gratitud, nos ayudan a tener una mentalidad positiva. “La madurez es el dejar de quejarte y poner pretextos y empezar a hacer cambios”. –Roy Bennett.
Feliz domingo a todos. Gracias por leerme.
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